Vista: Al entrar en O Bó pocas dudas quedan de que el concepto de negocio es el de una taberna, algo elogiable si se tiene en cuenta que Xosé Santiso (su nuevo propietario) ha mantenido el interiorismo del local haciendo un guiño a aquellos días, cuando el mesón era el más concurrido de la ciudad de A Coruña. Madera y piedra, un clásico, pero con la opción de asomarse a los fogones ya que tiene la cocina a la vista. El establecimiento ha llevado a cabo un rediseño, sólo que éste es estrictamente gastronómico.

Nariz: Si de perfumes de cocina se trata, O Bó de Santiso mezcla el chup-chup de lo que se cuece en las cacerolas con aromas a productos de la propia huerta del empresario. La brasa que no para de ofrecer carnes autóctonas de Galicia y un recurrente olor a pimientos de Herbón y a tortilla; ésta, el único plato que Santiso llevó desde su primer Fogar en Teo.

Boca: La cocina de O Bó no defrauda, pero al concepto ‘enxebre’ que mantiene ha incorporado nuevas propuestas para adaptar su carta al espacio urbano y a su localización, privilegiada pero dinámica y voraz en cuanto al tránsito callejero y a la oferta gastronómica de la zona. Su tortilla, la ensaladilla casera (elaborada con productos de su huerta), sus carnes rojas y alguna creación original como sus tallarines de calabacín integran parte de su carta salada que se completa con una oferta diaria de sardinas con pimientos de Herbón. En el menú dulce, no faltan su tarta cremosa de queso, la de manzana o la clásica Mouse del druida, postres templados y todos elaborados al momento. En cuanto a su bodega, además de sus propias marcas de vinos, vermús, cervezas o destilados se puede elegir entre otros cuatro vinos: Albariño, Godello, Mencía y un Tempranillo de Rioja.