Vista: Este coqueto establecimiento, hermano pequeño de O Afiador, conjuga sabiamente su faceta de tienda de vinos con la de bar-tapería, con dos espacios que confluyen sin problemas porque les une el auténtico leit motiv del local: el vino. Así que en Araúxa es posible comprar vinos de casi todo el mundo o degustarlos allí mismo, siguiendo las recomendaciones de su gerente, la sumiller Nuria Quintela. 

Nariz: Las diferentes variedades con que están elaborados los vinos a la venta en Araúxa despuntan cuando se abre alguna botella. Habitualmente, el local dispone de una docena de vinos por copa, que suelen cambiar cada semana, y que pueden transportar al cliente a cualquier parte del mundo. “Esto es para probar vinos diferentes, venir con la mente abierta y dejarse llevar”, explica la propietaria, que también organiza catas periódicamente. 

Boca: Galicia, con elaboraciones clásicas o más innovadoras (semidulces, blancos con barrica, de IGPs, de productores pequeños…), convive armoniosamente con otras regiones y con tendencias como los vinos naturales. “Yo soy muy de dulces –admite Quintela– así que tenemos mucha variedad. Aparte tenemos alguna joyita como un Albariño de 2005 de Eulogio Pomares, un 200 Monges o un Tondonia Blanco del 99…”. Y para maridar, Araúxa ofrece una sencilla gama de tapas frías, como gildas, embutidos y quesos.